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OJUEM | Tercera temporada 2024 | Programa 6

OJUEM | Tercera temporada 2024 | Programa 6

Alexander Pashkov

Fotografía cortesía del artista

El sexto programa de la Tercera temporada de la OJUEM presenta la Obertura trágica de Johannes Brahms, una obra compuesta en 1880 que, junto con la Obertura académica festiva, representó para Brahms un alejamiento de las formas sinfónicas tradicionales, sin necesidad de un programa explícito. Después, la orquesta se une al pianista Alexander Pashkov para interpretar Totentanz de Franz Liszt. Esta obra, completada en 1849, cuyo título en español significa “Danza de la muerte”, es una composición para piano y orquesta basada en el canto gregoriano Dies irae, tradicionalmente asociado con el Juicio Final. La segunda parte del concierto incluye El barco, obra compuesta por Claudia Herrerías en 2004, inspirada por la visión de un barco rojo varado en un canal desde su ventana durante días grises y lluviosos en Escocia. Finalmente, se presentará la Sinfonía núm. 2 de Camille Saint-Saëns. Aunque en realidad es la cuarta, fue denominada segunda por el compositor. Escrita en 1859, está dedicada al violinista, pianista y director Jules Pasdeloup.

Programa sujeto a cambios.

Participantes

Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata / Iván del Prado, director huésped
Alexander Pashkov, piano

Programa

Johannes Brahms (1833-1897)
Obertura trágica, Op. 81
Duración aproximada: 13 minutos

Franz Liszt (1811-1886)
Totentanz, S. 126
Duración aproximada: 16 minutos

Alexander Pashkov, piano
Concertista de Bellas Artes

Intermedio

Claudia Herrerías (1962)
El barco
Duración aproximada: 8 minutos

Camille Saint-Saëns (1835-1921)
Sinfonía núm. 2 en la menor, Op. 55
I. Allegro marcato - Allegro appassionato
II. Adagio
III. Scherzo. Presto
IV. Prestissimo
Duración aproximada: 23 minutos

Duración total aproximada: 60 minutos

Semblanza de los participantes

Iván del Prado
Director huésped
Iván del Prado comenzó su formación musical en Holguín, su ciudad natal. Estudió violín, viola y dirección orquestal en el Instituto Superior de Arte de La Habana, donde se graduó con honores. Posteriormente cursó un doctorado en artes musicales en la Universidad del Sur de Mississippi. Obtuvo la Distinción por la Cultura Nacional de Cuba. Su repertorio incluye títulos de música sinfónica, ópera y ballet; ha dirigido orquestas en Estados Unidos y otros países de América, Asia y Europa. Ha sido director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, la Orquesta del Gran Teatro de La Habana y la Orquesta de Baja California. Actualmente es director musical y artístico de la Filarmónica del Estado de Chihuahua, y director artístico y musical de la Sinfónica Juvenil de Mobile en Alabama, Estados Unidos.

Alexander Pashkov
Piano
Nacido en el seno de una familia musical, Alexander Pashkov estudió en el Conservatorio Rimski-Kórsakov de San Petersburgo bajo la guía de V. V. Nielsen. Cursó una maestría y posteriormente un doctorado en el Conservatorio de Petrozavodsk. Entre los reconocimientos que ha recibido, se pueden mencionar Talento Joven de Rusia en el Primer Concurso Nacional de Piano Ippolitov-Ivanov de Moscú (1992), mejor profesor del Art Liceum en San Petersburgo (1994), y el segundo lugar en el Concurso Gartow Stiftung de Hamburgo (1995), entre otros. Ha colaborado con la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo, la Orquesta Juvenil Gustav Mahler, la Juvenil del Ballet Kirov, la Orquesta Báltica, la Orquesta de la Radiodifusión de Baviera, los Solistas de Locarno, la Sinfónica de Berlín y otras más, bajo la batuta de A. Borisov, Alexander Titov, Erick Norstrom, Pavel Smelkov, Gustaf Sjokvist, Fabio Mastrangelo y Alun Francis, entre otros. Ha sido invitado a grabar con la orquesta del Teatro Mariinsky dirigida por Valery Gergiev. Actualmente, reside en Morelia, Michoacán, donde es profesor del Conservatorio de las Rosas. Ha participado en el Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro, el Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez y el Festival Internacional Cervantino. En 2015, con el apoyo de la Secretaría de Cultura del Estado Michoacán, grabó un disco con música de compositores michoacanos de los siglos XVIII y XIX. Desde 2016, es maestro de la Cátedra Francisco Araiza en el Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México. Es pianista acompañante de Francisco Araiza y Marija Vidovic. Ha impartido numerosas clases magistrales y conferencias en varios países. Ha compuesto obras para orquesta, coros y música de cámara.

Notas al programa

Johannes Brahms (1833-1897)
Obertura trágica, Op. 81
Entre las nueve musas de la antigua Grecia que inspiraban las artes, se encontraban Talía y Melpómene. Talía, musa de la comedia, simbolizaba la alegría y la celebración, mientras que Melpómene encarnaba el drama y la tragedia. Con el tiempo, estos extremos dieron forma a las icónicas máscaras del teatro, que representan dos emociones opuestas que definen la existencia humana: la vibrante comedia y la inevitable tragedia. De manera similar, la Obertura trágica de Johannes Brahms surgió como contraparte y complemento de su Obertura académica festiva. Ambas piezas, compuestas en 1880, fueron descritas por el compositor con una sencilla pero elocuente frase: "Una ríe, mientras que la otra llora."
Aunque Brahms solía evitar asociar sus obras con significados extramusicales, la Obertura trágica nos coloca en un sendero sombrío desde sus primeros acordes. A la mitad del recorrido, un destello de luz emerge brevemente, sólo para ser arrasado por el retorno del carácter trágico del comienzo. Este constante ir y venir entre la claridad y la oscuridad, refleja la complejidad de la vida misma, donde la tragedia y la alegría se entrelazan para dar sentido a nuestra existencia.

Franz Liszt (1811-1886)
Totentanz, S. 126
“¡Será un día de ira aquel día, en que el mundo se reduzca a cenizas, como predijeron David y la Sibila!”, versa el poema atribuido a Tomás de Celano, biógrafo de Francisco de Asís. Conocido como Dies irae, este texto medieval fue adaptado al canto gregoriano y se convirtió en la base de numerosas misas de difuntos y obras musicales, como la Sinfonía fantástica de Berlioz, la Danza macabra de Saint-Saëns y el Totentanz de Liszt. El periodo de gestación de esta última abarcó más de dos décadas, desde sus primeros esbozos en 1838 hasta su versión final en 1859. Traducido del alemán como "Danza de la muerte", la obra se inspiró en grabados sobre el Juicio Final, particularmente los de Hans Holbein el Joven y el fresco de Francesco Traini, que retratan diversas escenas de la muerte. En esta pieza para piano y orquesta, Liszt construyó sus propias imágenes sonoras, a partir de variaciones del Dies irae, tema que es introducido por los metales y que se expande a toda la orquesta y el piano solista. A lo largo de la obra, se suceden contrastes entre ensoñación, solemnidad, desenfreno y efectos que evocan el chocar de los huesos danzantes de las calaveras; todo ello sin abandonar los pasajes de alta demanda para el solista.

Claudia Herrerías (1962)
El barco
"…Recuerdo, todavía […] recuerdo […] rugientes olas rompían y resonaban envolviendo al navío; […] y sobre barco y océano, nuestro canto ascendía recordando a los viajeros del mar", extractos de un poema en Cantos de viaje (1896) del británico Robert Louis Stevenson, escritor cuyo imaginario acompañó las tardes de Claudia Herrerías durante su maestría en Glasgow, Escocia. Era 2004, cuando el clima frío, lluvioso y ventoso empañaba su ventana. A lo lejos, un barco varado se dibujaba en la intemperie, solitario, como si aguardara algo. Esa imagen, cargada de melancolía, inspiró la idea que tomaría forma en El barco. Revisada en 2009 con la esperanza de ser interpretada, la obra permaneció en espera hasta su estreno en 2019 por la Orquesta Filarmónica de Querétaro bajo la dirección de Ludwig Carrasco.La música, como aquella nave, se mueve entre sombras y destellos de claridad. El motivo principal aparece en las cuerdas y traza su propia travesía, y se transforma en el tiempo mientras evoca los claroscuros de su creación. Como aquellas tardes nubladas, El barco atravesó caminos difíciles y compartió el destino de muchas piezas de compositoras, cuyos obras, al igual que ésta, luchan por ser escuchadas. Entre nubarrones y ráfagas, la barca se mece en un mar melancólico y, a veces, tormentoso y deja al final un destello de esperanza que se cuela entre la bruma, acaso, el porvenir.

Camille Saint-Saëns (1835-1921)
Sinfonía núm. 2 en la menor, Op. 55
Camille Saint-Saëns es reconocido como uno de los músicos más versátiles de su tiempo. Nacido en París, quedó huérfano de padre poco después de nacer y fue criado por su madre y una tía, quien le dio sus primeras lecciones de piano. Su talento precoz lo llevó a memorizar las sonatas de Beethoven y debutar como pianista a los 10 años. Estudió en el Conservatorio de París, donde consolidó una carrera como compositor, pianista y organista. Esta última faceta destaca en obras como su Tercera sinfonía, Con órgano, y el primer movimiento de su Segunda sinfonía en la menor, Op. 55, compuesta en 1859 y dedicada al director Jules Pasdeloup, quien la estrenó en París en 1860.Aunque el órgano no aparece directamente en la Segunda sinfonía, su influencia se siente en la fuga del primer movimiento, una sección que causó gran impacto en su estreno. El Adagio es breve, pero cargado de expresividad, mientras que el tercer movimiento se construye a partir de contrastes, con un guiño al tercer movimiento del Cuarteto núm. 14 de Schubert. Finalmente, el último movimiento evoca una tarantela. Su carácter frenético remite a la antigua creencia italiana de este baile como remedio para la picadura de una tarántula. Saint-Saëns transforma esta danza con su sello personal e integra temas de los movimientos anteriores, con un desenlace lleno de energía.

Notas: Montserrat Pérez-Lima

Concierto en colaboración con la Coordinación Nacional de Música y Ópera
24 de noviembre
Sala Nezahualcóyotl, Centro Cultural Universitario
6:00 p. m.

General $50